Reconocida como una técnica milenaria de importancia en oriente y occidente, la meditación es la práctica por excelencia para la búsqueda de la paz, el bienestar y la calma interior. Su ejercicio es fundamental para contrarrestar los estragos de los pensamientos y emociones desbocadas que nos sumergen en una espiral de inestabilidades físicas y afectivas.
Virtudes de la meditación
Son múltiples e infinitas sus bondades, siempre y cuando se practique con el debido respeto, constancia, paciencia y desde la técnica más adecuada. Lo primero es que aumenta considerablemente el poder de concentración, permitiendo controlar lo que piensas y cómo permites o no que eso se apodere de tu vida. Tus funciones cerebrales se activan y autorregulan. Asimismo, el tener mayor control de tu cuerpo, se expresa en un estado favorable de salud. Además está comprobado que los practicantes habituales poseen un mayor grado de felicidad, lo que se traduce en una mejor interacción otras personas.
Pasos para meditar en tu casa
Es posible iniciarse en la práctica de la meditación desde tu casa, para lo cual debes seguir unos sencillos consejos. Te recomendamos seas constante en tus ejercicios con el fin de perfeccionarte y lograr los objetivos que te has propuesto. No dudes en investigar sobre el tema, y en asistir, de ser preciso y si así lo permite tu tiempo, a grupos que se reúnan en tu ciudad.
Para meditar en casa es preciso considerar lo siguiente:
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El lugar más adecuado: elige ese lugar de la casa donde haya silencio y comodidad. Es recomendable que acondiciones un lugar para ello. Un rincón para la práctica diaria de la meditación te ayudará a reforzar el hábito y a tener un incentivo extra para motivarte.
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La hora y el tiempo idóneo: dicen los expertos que la hora adecuada para llevar a cabo la meditación es alrededor de las 3 o 4 de la madrugada. Es decir, recomiendan que sea antes de la hora del amanecer. Se argumenta que el mundo está en un mayor estado de quietud y, por tanto, mucho más dispuesto para permitir un estado óptimo de relajación y concentración. Sin embargo, se puede meditar a cualquier hora del día. Lo imprescindible es contar con la debida disposición anímica y mental para hacerlo. Se recomienda que el principiante medite alrededor de cinco a veinte minutos, hasta que vaya poco a poco fortaleciendo la técnica.
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El tipo de vestimenta: lo recomendable a la hora de realizar dicha práctica es llevar ropa cómoda y holgada, preferiblemente de algodón. Es sumamente importante que la ropa no quede apretada o ceñida al cuerpo, para que no obstruya ningún movimiento, ni imposibilite la respiración.
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La postura correcta: todo hemos visto la imagen de yogui que sentado directamente sobre el piso permanece perfectamente inmóvil e imperturbable en estado de total meditación. Ahora bien, si te pones en esta postura lo más seguro es que a sólo minutos de comenzar ya no puedas mantener la concentración. Es por eso que existen cojines ideales para ello, en donde te sientas y cruzado de piernas adoptas una posición erguida y confortable sacando un poco la pelvis. Asimismo, y dado que no todas las personas poseen la flexibilidad para poder hacerlo, existe la alternativa de practicar la meditación sentado en una silla. Ésta debe tener el respaldo recto y no poseer soporte para apoyar los brazos. Te sientas, estiras completamente la espina dorsal, sacas el pecho y hundes el abdomen, sin olvidar llevar los hombros hacia atrás.
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La preparación mental: es importante que a la hora de empezar debas buscar la manera más adecuada de concentrarte; esto es fundamental para lograr una buena meditación. Aunque lo irás perfeccionando de manera contante a través de la práctica, es importante que conozcas cómo enfocar el pensamiento para ello. Una de las primeras cosas que puedes hacer es pensar en un tema en específico. Por ejemplo, en la palabra “paz”, que te estimula de manera positiva. Repítela una y otra vez hasta que tome el centro de tu pensamiento. Asimismo, para fortalecer la concentración lo que puedes hacer es avanzar lento y de manera mental desde las puntas de los dedos de tu pies, subiendo por las piernas, pasando por la cintura, y así sucesivamente hasta tu cabello, reparando hasta en los más pequeños detalles.
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La clave de la respiración: se trata de tomar conciencia de tu respiración, “ver” por donde fluye el aire. Visualiza el aire que entra por tu nariz y llega a tus pulmones. Hazte consciente de tu pecho y de cómo se infla tu diafragma mientras inhalas y exhalas.