Alguna vez escuché decir que “el 95% de las ideas, mueren al nacer”. ¿Te digo algo? No sólo las ideas, los sueños también. Pero si era tan buena idea, y pudo haber llevado a la persona a alcanzar gran éxito, ¿qué pasó?
En ocasiones la idea muere, porque nosotros mismos acabamos con ella. Comenzamos a pensar cosas como: “¿y si no se puede por esto, o por aquello, o “me encantaría lograrlo pero no creo estar calificado para hacer eso, ¿quién me va a creer?”, o “¿y si nadie me compra?”.
Pero en otras ocasiones no es así. En otras ocasiones, estamos sumamente emocionados con la idea o con el sueño, pero al momento de compartirla con quien más confianza tenemos, resulta que esa persona, al no estar en el mismo canal que nosotros, de inmediato comienza a decirnos una serie de razones por las cuales no es buena idea, o por las cuales eso no va a funcionar para nosotros.
Y ahí está, ahí queda una idea más que murió al nacer. No permitas que crezca el cementerio de ideas en tu cabeza. Una idea que muere antes de nacer, es el equivalente a una oportunidad millonaria que has dejado pasar. Es preciso que permitas que todas las ideas nazcan, y que seas tú quien busque la forma de investigar qué tan bueno sería poner a trabajar esa idea y por qué. Y lo mejor, es comentarla con la persona que ha alcanzado sueños grandes también.
Hoy te sugiero que pienses: ¿hay alguna idea que querías mucho poner a trabajar?
Y finalmente, me encantaría saber ¿qué piensas acerca de esto? ¿Se te ocurrió alguna idea mientras platicábamos de esto? O ¿tienes una idea que has venido dejando para después?