La fibromialgia es una enfermedad que afecta especialmente a las mujeres en los países desarrollados. Sus
principales síntomas son la fatiga, cansancio y agotamiento, y el dolor físico que en la mayoría de casos llega a ser incapacitante. No obstante, puede producir una elevada variedad de síntomas, que pueden ser muy distintos en cada paciente, lo que dificulta su diagnóstico.
¿Como se diagnostica?
El principal reto que presenta el diagnóstico de esta enfermedad, es que no puede detectarse con pruebas diagnósticas de imagen, puesto que las resonancias, radiografías, TAC, etcétera no muestran alteraciones físicas significativas. Por tanto, una parte esencial en su diagnóstico es la capacidad del médico para descartar otras posibles patologías que pudiesen explicar la sintomatología del paciente, así como también la capacidad de reconocer si los síntomas del paciente encajan con aquellos que puede producir la fibromialgia.
Otra herramienta que se usa en diagnóstico es un test de presión sobre determinados puntos del cuerpo conocidos como puntos gatillo. En este sentido, una persona debe tener dolor a la presión en al menos 11 de esos 18 puntos de
examen que son valorados el médico. Aunque no se conoce con exactitud su causa, hay varias sospechas, entre las que destacan los factores genéticos, ambientales (contaminación atmosférica, de alimentos, radiaciones electromagnéticas, etcétera), emocionales, o neuronales.
Pronóstico y tratamiento
Las personas afectadas por la fibromialgia, suelen presentar un elevado grado de incapacidad para poder realizar todas las actividades habituales propias de un tipo de vida “normal”: trabajar, hacer las tareas del hogar, hacer vida
social, poder viajar o hacer escapadas de fin de semana, entre muchas otras cosas. En este sentido la enfermedad suele interferir negativamente en todas las esferas de la vida de una persona: su vida profesional, social, familiar, relaciones íntimas, y su capacidad para ser auto-suficiente tanto física como económicamente.
Todo este impacto que genera la enfermedad en la vida de los pacientes, se produce principalmente porque el elevado dolor físico y/o fatiga, les impide hacer cualquier cosa que requiera un mínimo de esfuerzo físico o mental.
A veces incluso impide a muchas personas poder estar varias horas sentadas o de pie, teniendo que acostarse cada pocas horas, lo que hace que pasen la mayor parte de su tiempo en casa, en el sofá o la cama intentando así evitar la aparición o intensificación del dolor físico.
Muchos pacientes, desarrollan depresión como consecuencia del dolor físico intenso, de la mala calidad de vida que este les genera, y de la falta de esperanzas y de sueños de futuro; pues en muchas ocasiones es inevitable entrar en un estado de negatividad y desánimo. Incluso en ocasiones aparece la depresión severa, hasta el punto de requerir tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico. Uno de los problemas que genera la patología es la soledad, que cuando es prolongada en el tiempo y va acompañada de depresión suele ir asociada a la baja autoestima y a la evitación social. En muchos casos, pueden aparecer trastornos de ansiedad, como puede ser la agorafobia, el trastorno obsesivo-compulsivo y la fobia social.
En estos casos, aparecen fuertes estados de ansiedad frente a determinados estímulos mentales o físicos. Por ejemplo, en el caso de la agorafobia, la ansiedad suele aparecer cuando el sujeto se encuentra en espacios físicos que no le son familiares, especialmente si están solos, de modo que muchos de ellos no pueden viajar solos en transporte público, o incluso andar por la calle especialmente si están lejos de su casa.
En cuanto al trastorno obsesivo-compulsivo, la ansiedad aparece frente a determinados pensamientos intrusivos, son pensamientos que la persona identifica como ajenos a su voluntad, y altamente angustiantes, que irrumpen repetidamente en su mente.
Y en el caso de la fobia social, la ansiedad aparece en situaciones de interacción social, especialmente con desconocidos, como consecuencia del miedo al rechazo, a ser evaluados negativamente por los demás, o miedo a hacer el ridículo y a lo que los demás piensen de uno. El motivo por el que las personas con fibromialgia, en muchos casos desarrollan fobia social es porque la falta de vida social, y el proceso de “encerrarse en uno mismo”, generan una baja autoestima que incluso a veces hace que se desarrolle una pérdida de habilidades sociales y confianza en
uno mismo. Y son precisamente este tipo de inseguridades emocionales, junto a la baja auto-estima lo que favorece la aparición de los síntomas de la fobia social, que si no son tratados pueden afectar todavía más negativamente a la persona.
En definitiva, la fibromialgia, la depresión y la ansiedad, van frecuentemente juntas, además de una realidad vital de falta de felicidad y estabilidad emocional. Por eso es fundamental, que en los casos en los que una persona perciba una clara tendencia a la negatividad, la depresión y la ansiedad, busque ayuda psicológica. En este sentido, la psicoterapia se recomienda dentro de una estrategia de tratamiento multidisciplinar, en el que haya un psicólogo, un psiquiatra, un reumatólogo, y un fisioterapeuta. Este tipo de tratamientos para la fibromialgia que son multidisciplinares, son los que recomiendan la mayoría de expertos, puesto que hay que trabajar sobre la enfermedad desde distintos tipos de vista.
Una enfermedad no muy comprendida
Años atrás, muchos especialistas consideraban la fibromialgia un trastorno de somatización, es decir, pacientes que se quejan persistentemente de varios síntomas que no tienen un origen físico identificable. Sin embargo, en los últimos años y tras diversos estudios, esta creencia se ha desestimado. La fibromialgia está considerada como enfermedad por la Organización Mundial de la Salud desde 1992.
Respecto al tema de la concienciación de la sociedad respecto a las consecuencias de la fibromialgia, queda mucho camino por recorrer. Todavía existe gente que cree erróneamente que quienes sufren esta enfermedad exageran el dolor físico, o que directamente fingen los síntomas para eludir sus obligaciones. Es evidente que el dolor físico es algo que sufre únicamente quien lo padece, que no es como cuando alguien se rompe un brazo y lleva una escayola, que es algo que puede ser percibido por los demás.
En este sentido, es una patología «invisible», puesto que solo la persona que la sufre es plenamente consciente de hasta qué punto le limita la vida en todos los sentidos. Puede que los que no entiendan todo este impacto que tiene la enfermedad en la vida de la persona, las juzguen negativamente al no comprender que su apatía, cambios de humor, sus limitaciones físicas, tienen una causa muy clara y concreta. Es por eso que la concienciación social es algo pendiente y que requiere un mayor compromiso por parte de la sociedad.